26.04.2024 - Charlar con una persona que admirás, muy pocas veces se puede dar. Este proyecto me lo permitió. Luisa Delfino es una mujer de Radio. Maneja el lenguaje radial a la perfección: su voz empatiza con el oyente, respeta los silencios, la música completa el mensaje y la escucha se activa.
En diez preguntas fuimos a buscar a esa persona que charla en la Radio. Pero no cualquier charla. Esos temas que no se tratan en los medios mainstream y que ella los aborda desde el amor, la contención y la escucha plena.
Espero que la disfruten como lo hice yo. Ah! Además hoy es su cumpleaños. Felicidades y Muchas Gracias Luisa!!
¿Cómo fue tu primer encuentro con la Radio
como oyente?
Mi primer encuentro fue con la radio uruguaya.
Yo vivía en Gualeguaychu, Entre Ríos. Allí teníamos la posibilidad de sintonizar
mucho más cerca las radios Carve y Monte Carlo. Pero creo que eso fue más en la
adolescencia. Cuando era chica escuchaba las radios que sintonizaban mi papá y
mi mamá y era para mí una fiesta. Sobre todo cuando compartíamos con mi mamá, a
pesar de que no entendía mucho porque era chica. Sí entendía que eso que mi mamá
escuchaba, y la hacía muy feliz, era algo bueno.
Radio Porteña (era el nombre que llevaba antes
Radio Continental), transmitía, me parece que los domingos a la noche, desde un
teatro. Mi mamá escuchaba con alegría, la hacía muy feliz. Entonces, nos acostábamos
en la cama y escuchábamos las dos, papá no se que haría, pero ese era un momento
nuestro. No recuerdo que obras escuché, pero sí sé que eso fue muy importante,
muy importante para mí.
Lo que me pasó con la radio creo que les habrá
pasado a todos los chicos. Cuando era muy chica, la radio era el "centro"
(sobretodo en una ciudad del interior). Todavía no había televisión, y cuando
llegó no existían las repetidoras, o sea que no se veía nada. Entonces imaginaba
que todo lo que sucedía en la radio, estaba adentro del aparato de radio:
imaginaba los movimientos, las personas, cuando había música. Creía que esto
sucedía adentro del aparato y tampoco me importaba mucho... no tenía idea de
todo lo que vino después en mi cabeza, no. Entender lo de las diferentes radios,
las transmisiones, los estudios de las emisoras, vino muuuucho después.
En mi casa escuchaban a Larrea, los programas
de Radio Rivadavia, que es en la radio en la que estoy ahora y que ya que
estuve antes. Era una radio muy querida por mi familia. Y a mi madre le gustaba
mucho escuchar novelas, o cine adaptado a la radio. Todo esto lo recuerdo ,
recuerdo títulos... "Radio Cine Lux" por ejemplo. Ahí se adaptaban los
guiones de las películas para ser transmitidas por la radio.
Así que el acercamiento fue total, porque era
parte de mi vida. Yo era hija única, tenía muchos amigos por supuesto, pero
después de las cuatro/cinco de la tarde, mi vida giraba alrededor de lo que
hacían mis papás y ellos escuchaban radio. Y como dije al comienzo, cuando pasó
la pubertad, los trece, los catorce años, me empezó a interesar mucho los programas
de música que venían desde Uruguay. Había conductores que eran muy encantadores
(a mí oído, por supuesto), y anotaba en la pared (mis padres siempre me dejaron
hacer lo que quisiera en ese sentido), con lápiz, los títulos de las canciones.
Entonces, llegó un momento en que había casi una pared completa con títulos de
música, anotados. Música que, ahora y antes, cuando empecé a reconocer las melodías,
eran canciones fantásticas, maravillosas. No eran simplemente las canciones que
estaban de moda. Eran temas clásicos. Puedo recordar en este momento la canción
"Río de Luna" (Henry Mancini para la película "Breakfast at
Tiffanys"), me acuerdo hasta donde está anotada en la pared. Como oyente
estaba metida adentro de la radio.
¿Es verdad que viniste a Buenos Aires
porque querías conocer al “Señor de la Radio”, Hugo Guerrero Marthineitz? ¿Lo
llegaste a ver? ¿Cómo fue ese momento?
Si, es verdad. Trabajaba (era mi primer trabajo),
como maestra en el campo, en una zona muy desfavorable: no había luz, gas, no
había nada. Y en un momento dado, estaba tejiendo un sweater celeste (ahora me
olvide como se teje), pero en aquella época tejía, y él dijo desde la radio -”¿Cómo
va ese tejido?"-.
Obvio que una vez que estuve en la radio tomé
o le copié a Hugo. Le digo Hugo porque establecimos luego un vínculo cariñoso,
amistoso. Era obvio que el se dirigía a diferentes personas. Recuerdo que
saludaba a los que estaban arriba de los tractores, arriba de los camiones. Yo
nunca había escuchado eso. Me había tocado a mí. Entonces cuando volví en las
vacacionas de invierno, les dije a mis papás que había viajado a Buenos Aires a
conocerlo, entonces papá me consiguió una pensión y con mi amiga Virginia fuimos
a conocerlo al "Negro" Guerrero.
El no nos quiso recibir. Nosotras nos colamos y
empezamos a golpearle la ventana, sin tener idea que, si estaba al aire, eso se
escuchaba. Entonces vino muy enojado a la puerta y recuerdo que le dije -"en
la radio no se te escucha enojado. A veces se te escucha un poco raro,
pero no tan enojado"-. Entonces nos dijo que si nos animábamos a
entrar y hablar y a contarle de nuestra vida y que hacíamos ahí. Y por supuesto
que le dije que sí.
Comencé a contarle todo lo de la escuela. En esa
época escribía poemas y mi amiga, en el estudio, empezó a sacar mis poemas publicados
en el diario de Gualeguaychú. ¡Teníamos dieciocho años!. Entonces Marthineitz
tomó uno y empezó a leer. Se llama "Dolor de Mudanza". Le gusto
tanto que lo leyó todos los días que nos quedamos. Porque en Buenos Aires nos
quedamos entre 5 y 6 días, y los cinco días que el programa salió al aire, nos hizo
ir para hablar de cosas de la escuela.
Pero fue ese momento. No fue como decir ¡Qué
maravilla me esta escuchando todo el mundo!. Fue una gran alegría conocerlo.
En esa época no era común que las personas desearan ser famosas. Estoy hablando
hace muchos, muchos años. Entonces. Para nosotras, había sido un logro
conocerlo y hablar con él.
Durante el programa, Hugo repetía a cada rato
la dirección de mi escuela. Lo decía de esta manera: "Luisa Estela
Delfino. Escuela Nacional numero 162 de Gilbert". El establecimiento
quedaba a 100 km de donde vivía, en Gualeguaychú. Y cuando volví a la estancia
donde yo enseñaba a los hijos de los puesteros con otras, comenzaron a llegar
cartas y cartas y cartas y cartas porque el lo seguía repitiendo cada semana, y
otra, y otra. Entonces llegaban bolsas del correo llenas y trataba de
contestarle a todas las personas.
Eso fue para mí, además de conocerlo, fue una
experiencia inolvidable. Fue en ese momento que me dijo que tratara de viajar a
Buenos Aires, porque tenia algo que dar, y que seguramente en Gualeguaychú no
me sería posible.
Sos una mujer de la Gráfica (Humor, Gente,
Para Tí, por citar algunos). ¿Cómo fue tu llegada a la Radio?
Sí, soy una mujer de la
gráfica. Amo la gráfica. Quizás tengo ese recuerdo melancólico de la gráfica que se
escribía a máquina. No con las computadoras que era era otra gráfica. Recuerdo lo que
significaba para nosotros estar ahí, las
reuniones, los
grupos. Yo fui muy bien tratada y siempre estuve a la par de los
hombres. Éramos personas trabajando
en la gráfica. Trabajando con alegría. Pasándola muy bien.
Mi llegada a la radio
tuvo que ver con algo muy especial. Mis padres estaban muy tristes porque cada rato
se inundaba su casa. Había inundaciones muy seguido, porque el río Gualeguaychú
estaba tapado de basura, por falta de limpieza desde hacía muchos años. Para limpiar un río tienen que tener una
draga. Era
muy cara y la tenían en Concepción del Uruguay, cerca de Gualeguaychú. Pero ellos la usaban para el río Uruguay. Y era muy difícil que la prestaran. Estoy hablando de términos relacionados directamente
con la política de los gobiernos de turno.
Yo empecé a buscar esa
draga. Fui a
ver a Magdalena Ruiz Guiñazú que fue tan generosa y tan tan linda mujer.
Siempre fue una gran mujer. No trabajé con ella pero siento que la pude conocer. Y amar mucho. Ella me daba un espacio de su programa para que yo
hablara de la draga en el 83. Ahí empezó todo esto.
Ese año hubo una gran inundación. Para lograr el fin que
me había propuesto, fui a los medios. En la radio fui al programa de Magdalena. Y en la tele fui a casi todos los programas. Pero el hecho de de ir al
programa de Magdalena todos los días, hizo que alguien de radio Continental me escuchara y me propusiera hacer radio. Le dije que sí.
Porque sentí que tenía que decir que sí.
Primero
hice sábado y domingo. Yo trabajaba en la revista
"Para Tí" (era pro
secretaria) y por suerte no se superponían los horarios. Hasta que al año siguiente me pusieron en un programa diario, con Edgardo
Alfano y Aníbal Binelli, para hablar de arte, en el horario de la
tarde. Entonces tuve que elegir y
elegí la radio. El dinero era tres veces menos de lo que
ganaba en la gráfica. Pero dije que sí.
¿Cuándo y cómo nace el ciclo “Te Escucho”?
Una vez me llamó Edmundo "Mundi" Rébora,
uno de los gerentes de Continental y me preguntó qué me parecía hacer un
programa hablando con oyentes, pero que tuviera algo que ver con el vínculo con
la gente (creo que era un poco más corrido hacia lo sentimental).
Yo ya tenía planeado hacer un programa como el
"Te Escucho" (lo había registrado en marcas y patentes). La
idea era la de hacer un ciclo en donde la gente pudiera salir al aire para
contar sus historias y lo que le pasaba. Todo esto originado en... Yo había
estado con depresión, fobias y ataques de pánico. Era una época, los noventas,
donde nadie hablaba de eso. Entonces yo sentía la necesidad de contarlo en la
radio. No solamente estos temas, sino de todo lo que le pasaba a la gente, ya
fuera en su cuerpo, en su mente o también en sus sentimientos, que estuviera
sola... Todo lo que le puede pasar a una persona. Y llegamos a un acuerdo. El
ciclo se llamaría "Te escucho".
Lo que recuerdo del primer día es que tenía
mucho miedo de que no llamase nadie. No eran las épocas del WhatsApp. Eran los
tiempos del teléfono fijo. Entonces les dije a tres amigas que estuvieran
listas para llamar por si no sonaban los teléfonos y no pasar un papelón.
Fue impresionante!! Los teléfonos sonaban como
si fueran un coro. Un coro de teléfonos en todas las oficinas. No sólo los
fijos, sino que llamaban a la "centralita" de la emisora. Buscaban en
la guía telefónica números alternativos y los teléfonos sonaban y sonaban. En
ese momento supe que era por ahí.
Cómo se preparaba Luisa Delfino mentalmente,
para afrontar temas tan “duros” y “pesados” como la droga y la depresión, entre
otros?
Al comienzo no me preparé. No sabía qué me
esperaba y me enfrenté al micrófono y al oyente, así. Recuerdo que decía: -"Hola,
te escucho. Cómo te va la vida?"- y le pedía que me contara su
historia.
Comenzaron a aparecer toda clase de temas que
tenían que ver con la anorexia, la bulimia, el alcoholismo, con la drogadicción,
con la soledad... muchos, muchos relacionados con la soledad. No hubo temas
relacionados con la fobia y los ataques de pánico. Eso vino mucho después.
Ante estos temas, lo que hice fue acercarme a
la gente de Alcohólicos Anónimos, de Narcóticos Anónimos. Yo creo mucho en los
grupos anónimos, en el trabajo que llevan adelante. Creo que ellos son los que
recuperan personas. Lo digo con todo respeto. Habrá otros lugares... pero creo
mucho en ellos. Porque me dejaron ver cómo trabajan, como se manejaban.
También tuve especialistas en bulimia y
anorexia y una médica del hospital Piñeiro (creo). Las tenía conmigo, por las dudas
que pudieran necesitar ayuda profesional. Porque yo no soy psicóloga ni nada
que se le parezca. Mi propósito era escuchar como quien escucha a alguien muy
querido y confortar, darle cariño, amor, contención. Además tenía un librito
con los teléfonos direcciones de los lugares a los que podía ir la gente en
caso de necesidad. La lista es inmensa.
Me imagino que la audiencia, con el
transcurso de los años, fue cambiando como los temas que surgían. ¿Es así?
¿Cómo te adaptaste, como conductora y guía del ciclo?
Sí, fueron cambiando. Al principio fueron los
que te nombré, además de personas que se enteraban que se habían enfermado de
SIDA. Así lo decían en ese tiempo. Recuerdo a una señora, encantadora mujer,
que se había contagiado porque su marido la engañaba. Fue uno de los casos más
difíciles, porque ella no podía comprender cómo alguien que la amaba, no había
tomado las precauciones para cuidarla. No sé por qué me vino ella a la cabeza. Siempre
me viene otro oyente que tenía HIV. Pero no sé por qué ahora, en lugar de Horacio,
me apareció el recuerdo de esta señora.
Yo me fui adaptando. Sí, uno se va adaptando
porque aparecen voces distintas, historias distintas... y a veces uno mete la
pata. Recuerdo que una vez apareció un chico que hablaba muy raro, parecía que
estaba masticando. Entonces le pregunté si estaba comiendo caramelos, y él trató
de explicarme (era muy dificultoso entenderle), que tenía dificultades con el
lenguaje y con su madurez. Un chico joven, de 20 y algo, que después, por
supuesto, lo conocí, como a muchos otros. Y fue impresionante cómo yo le pedía
disculpas. Le rogaba que me perdonara, y el respondía que no le importaba porque
le pasaba todo el tiempo. Pero claro, yo me sentía con culpa, como conductora
de un programa, el no haber podido percibir que ahí había algún problema. Por
eso, cada oyente era alguien a quien había que adaptarse.
Yo hice terapia todo el tiempo del "Te
Escucho". Dieciocho años. Estaba preparada por mi terapeuta para
adaptarme y también para no "guardarme" toda esa carga. Pero sí, el "Te
escucho" fue una constante adaptación y lo sigue siendo hoy. Sí,
claro, lo sigue siendo.
¿Por qué llevar un ciclo exitoso en radio,
con una temática única, a la televisión? ¿Valió la pena la exposición, el salir
de la “zona de confort” de la Radio?
Yo tenía la idea de que la televisión difunde.
Pensaba que la gente que miraba televisión era más que la que escuchaba radio.
Y lo que sucedía en el programa era mucho. Todo lo que se hablaba era útil: se
daban direcciones de lugares de ayuda, especialistas hablaban de diferentes temáticas.
Necesitaba que el mensaje llegara a más personas. Entonces, mi idea era que
fuera el "Te Escucho" de la radio, filmado. No mirar nunca a cámara,
ni siquiera cuando entrevistaba a alguien. Fue difícil, porque no había ninguna
expectativa por llevar el "Te Escucho" a la televisión. Yo
insistí, insistí mucho y ofrecí hacerlo tres meses gratis, no recibir ninguna remuneración.
Hacer un programa de servicio no da dinero. A mí nunca me lo dio. Yo tenía
otros trabajos paralelos. El "Te Escucho" es parte de mi vida
y me gustaría seguir haciéndolo siempre. Siento que es una cosa maravillosa: lo
que se siente hacerlo, lo que siente el oyente y esa cosa de dar y recibir.
Aunque ese no sea el propósito... pero se da. No. No era por el dinero.
Y comencé los viernes a la una de la mañana y
llegamos a tener 4 puntos de rating a esa hora!!! Luego de los tres meses, me
empezaron a pagar, pero para mí eso no fue importante. Lo que importaba era que
lo habían aceptado y que yo tenía razón. Y lo veía mucha gente. Entonces empezó
a difundirse y comenzó a llegar mucha, mucha, mucha gente nueva a mi "zona
de confort", a la radio. Se activaban mutuamente: es decir, el que lo
veía en la tele lo buscaba en la radio, y el que estaba en la radio escuchando,
iba a la tele. Así aumentamos la audiencia en la radio y en la tele. Es más,
hay gente que nunca me escuchó en la radio. En la tele, a veces, me corría del
rol de conductora y me acercaba a la gente que había venido al estudio a
presenciar el programa, y les preguntaba: -"Te escucho. Cómo anda tu
vida?"-. Y esas personas sentadas ahí, que no eran extras, también
hablaban. Fue como una gran explosión y yo no lo sentí nunca como una exposición.
Fue bueno. Fue bueno para todos.
Y si hablamos de formatos, venimos más a
estos tiempos de podcast. ¿Pudiste transmitir la mística en esta nueva
forma de comunicar?
Yo hice podcast. Si entran a mi Instagram @delfinoluisaok
los encontrarán. También me contrató InfoBAE para realizar unos podcasts.
Eran entrevistas en el estilo del "Te Escucho". ¿Qué quiero
decir? Yo no estaba buscando que las personas que entrevistaba tuvieran algún
problema, sino que era ese estilo medio privado, íntimo, medio secreto donde la
otra persona a lo mejor le daban ganas de sacar cosas que tenía ganas de decir
en cuanto a los sentimientos. A veces tenían ganas. A veces no. Pero de ninguna
manera intenté llevar el "Te Escucho" a los podcasts. Creo que
los podcasts son otra cosa.
Ahora no estoy haciendo porque no tengo
tiempo, pero me gustan mucho. Me gustan hacerlos en el formato de monólogos, tomando
diferentes temas.
En pandemia hice dos o tres respecto a ese
tema que me hicieron sentir bien y fueron muy escuchados. Pero nunca hice el "Te
Escucho" en formato podcast, ni tampoco traté de llevar esa mística al
formato.
La mística del "Te Escucho" es una, si
es que la hay. Y la de los podcasts es otra forma.
¿Cuál es el medio/formato que mejor le
queda al “Te Escucho”: Radio, Televisión, Podcast, los libros o todos?
El que le queda mejor, sin duda, es La Radio. El
"Te escucho" es Radio. Lo que hicimos en la tele también
me gustó. Fue muy conmovedor ver a mis compañeros crear los climas con las
luces, los cámaras atentos a las conversaciones que estaban al aire. Pero el
formato es la Radio.
Podcast no hice. Las entrevistas que hice en
ese formato, fueron entrevistas. El nombre quedó como un atractivo para que la
gente disfrutara del podcast. No lo considero un "Te Escucho".
Los libros eran algo distinto y fueron muy
buenos. Yo no soy escritora. Solamente plasme en ellos (creo que fueron siete
más o menos), lo que estaba viviendo en la radio y un poco también, algunos
personajes de la tele. Porque me parecía que era bueno que eso quedara en
alguna parte, para quien lo quisiera leer y le sirviera. Pero el medio, el
formato que mejor le queda al "Te Escucho", es sin duda aquel
que vos llamaste "zona de confort", la Radio.
¿Cómo o cuál es la fórmula para que un
programa de radio siga vigente por tantos años?
No, no tengo idea cuál es la fórmula para que
un programa de radio sigua vigente por tantos años. Puedo imaginarla, o puedo
decir algunas cosas al respecto, pero no sé si es una fórmula.
Lo que sí siento es que la persona que escucha
el programa se siente acompañada, se siente querida por esas dos horas
(llegamos a hacer 5 horas). La gente que sintoniza, sabe que no se va a juzgar
a nadie por lo que diga, que no va haber agresión. -"Este es un
programa de amor y contención"-, digo siempre en el programa. Aquí hablamos
de lo íntimo, lo privado, de los secretos, de los sentimientos y ahí entra
todo. Entra el que tiene una enfermedad o el que está padeciendo un momento
horrible.
Y quiero destacar algo: siento que gracias al "Te
Escucho" en el '93/ '94 explotó la búsqueda de gente para recuperarse
de trastornos de ansiedad de fobias de ataques de pánico. Yo los había tenido.
No es algo que sea nuevo. Lo que pasa es que no se sabía lo que era y tampoco
se sabía cómo como enfrentarlo. Entonces, siento que la posibilidad de
descubrir qué es lo que te pasa en un programa de radio... es tan bueno eso.
Que hable un chico y cuente todo lo que siente cuando comienza su ataque de
pánico. Y cuando ese chico termina de hablar y nos despedimos hasta el jueves (porque
el jueves hacíamos seguimiento), a los pocos segundos empiezan a sonar los
teléfonos como si fuera el primer día y la gente diciendo: "Eso tengo yo".
"Eso me pasa a mí". Ahora la gente sabe que puede recurrir a un
psiquiatra, a un psicólogo cuando tiene trastornos de ansiedad, fobias y el
famoso ataque de pánico que es horrible. Yo pasé por él y fue una de las cosas
que me empujó a hacer el "Te Escucho" y siento que un poco
sirvió para que muchísima gente se haya recuperado y viva más tranquila.
Me gustaría leer este texto, que me parece
maravilloso:
“-¿A la mañana? -¿Me llamás? … quiero mandarle un beso muy grande para todas
las personas que se preocupan por mí, que me llaman. Vos viste que en todos los
programas está de onda regalar algo: un freezer, una tele, pero en tu programa
se regala algo que no se da en ningún otro lado: cariño… lo más importante.Lo mejor es que no lo regalamos, lo
intercambiamos, va y viene…. Chau Marce, hasta mañana…Hasta mañana.-"
(“20 años”, testimonio nº1 de Marcelo
(drogadependiente), 15 de mayo. Extraído del libro “Te Escucho”, Ed. Planeta.
Tercera edición, marzo 1992.
Quiero contarles que estoy contactada con Marcelo (que no se llama Marcelo), a
través de Instagram. Y está bien. Pasó el tiempo. Creció. Hablar con él, a
veces, o que ponga un corazoncito en alguna cosa que yo publico o que yo le
ponga a él un corazoncito... Ese es el hilo de cariño que nos sigue uniendo.
Sí, sí, creo que a todos a todos los que entramos en el "Te
Escucho", por una punta por la otra, seguimos unidos.
Si querés conocer más sobre Luisa Delfino luisateescucha.com
Fotos:
"Te Escucho", Radio Rivadavia. Marzo 1996. (Archivo RadioenPapel).
Luisa, hoy, en su ambiente natural: la Radio. (vía @delfinoluisaok)
“Te Escucho”, Ed. Planeta.
Tercera edición, marzo 1992. (Archivo RadioenPapel).
Radio Continental. Programación. Febrero 1993. (Archivo RadioenPapel).